domingo, 11 de enero de 2009

En el fin

El guardia de seguridad dudó. Se acercó un poco más a los objetos que había sobre la rejilla de la papelera de la estación de tren. Eran delgados y alargados.
Finalmente, tras vacilar un par de veces, agarró uno de ellos con sumo couidado.
La niña, a su lado, sonreía y le miraba divertida.

-Esto, en mi pueblo, se lo dan de comer a los caballos- dijo.

El guardia los miró, extrañado. Siguiendo el ejemplo de la niña, partió uno de ellos por la mitad.
Más relajado, partió cada mitad por la mitad, y extrajo las bolitas que había dentro. Tras observarlas un rato, se dio la vuelta y se fue a buscaruna papelera sin rejilla donde cupieran.

La voz de la niña le hizo pararse en seco. Cuando se giró, se encontró a la niña con los brazos extendidos.

- Te dejas las mías.

Y vació un montón de cáscaras sobre las manos enguantadas del guardia.
Luego, se fue corriendo.



Converge. Al fin.
Eureka

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jajaja, no se que tiene que ver la historia con ese pedazo de depósito, pero por lo visto lo ibas a poner de todos modos. Converge!!

Anónimo dijo...

Que tal te ha salido el examen miguel?