martes, 23 de marzo de 2010

Rojo oscuro casi negro

Sobre el monte del tiempo
se alza la irónica voz
del que sabe que lo que ha pasado
bajo ligera modificación
vendrá tarde o temprano
para su propia satisfacción

¿Qué quieres, amigo,
caballero de la sinrazón?
¿No ves que lo que buscas delante
lo que tanto anhelas mañana encontrar,
frente a tí se halla,
perdido en el tiempo,
vivido y aún por recordar?

Así me veo hoy mismo
tal como antaño me pude mirar
pues era yo, entonces,
y sin embargo hoy es él.

En una mano la copa,
en otra el compañero fiel
el prosopón en la cara de nuevo
serio, ocultando el placer

La sierpe que antes giraba
su cola ha vuelto a morder
el ciclo se cierra de nuevo
pero no está todo perdido
no hay que empezar a gritar
amigo escucha lo que te digo
pues la arena se ha acabado
y el reloj de vidrio ha vuelto a girar

sábado, 13 de marzo de 2010

Eterno Retorno

Otra vez la espera.

Otra vez se escapa el control. Otra vez la piedra, el orgullo y el silencio. Sería demasiado fácil caer. Demasiado difícil ceder.

Esperar, pensar, pensar que se piensa, esperar dejar de pensar.

Y otra vez la almohada te susurra mientras duermes. Otra vez la oscuridad te dibuja escenas que no han sucedido. Levantarte un día más y decirte a ti mismo: "hoy sí". Repetirlo cada mañana, sin que llegue a ser hoy.

Otra vez la puerta cerrada. La ausencia en la mirada.

No es lo mismo, y, sin serlo, casi lo es. La esencia. El contenido de las jaulas. Sólo cambia lo transcendente, lo mínimo, los pequeños detalles anecdóticos.

Pero si todo lo demás se repite, y el fnal, conocido, no es deseado, habrá que confiar en esas pequeñas necedades. Será en esas variables, insignificantes y ridículas, en las que habrá que depositar la fé.

Por mucho que duela.



I know
That is killing me
And it's poisoning
The best of me....
What I say
I just don't believe
So let me tell you more (tell you more)
About the lies I lead

lunes, 1 de marzo de 2010

Serrano

Elena todavía se preguntaba por qué lo había hecho.
Ella era una chica buena y formal. Todo el mundo lo sabía. Podías preguntar a sus padres, a su jefe, a sus amigas... todos te dirían que Elena era una chica de bien.

Quizás fue la música. Aquellas malditas guitarras no habían dejado de sonar cuando el hombre de la cazadora vernde entró al bar de Serrano. Suiguieron sonando cuando disparó su pistola al techo, y camuflaron el sonido de los golpes que aquel otro hombre, algo más mayor, le propició al de la cazadora verde. Debió ser la música la que le hizo salir de la seguridad de su escondite y alcanzar la pistola, que había salido despedida en el forcejeo.

Sin embargo, todavía se preguntaba qué le había hecho recoger la pistola y encarala hacia los hombres que se golpeaban al otro lado de la barra.

Debió de ser la sensación de poder. Esa sensación que ni su jefe ni sus padres le habían permitido saborear nunca. Coger un arma, agarrarlacon fuerza, apuntar. Con esa seguridad seguramente nunca se habrían reído de ella, ni la humillarían como solían hacer.

Todavía dudaba acerca de por qué había disparado. Realmente no había habido ninguna necesidad. Al verla con la pistola, el hombre de la cazadora verde se había detenido en seco y había alzado los brazos. Quizás fueron los ojos con los que la había mirado, o el gesto de la cara.
O quizás fue el tatuaje que se descubrió en su antebrazo al levantar las manos. Una mariposa negra. El mismo tatuaje que había lucido su novio esa misma mañana en el tobillo, cuando se lo encontró en la cama con dos de sus amigas.

Elena se removió en su asiento. Las esposas le rozaban un poco las muñecas, pero sabía que no durarían mucho allí. Sonrió levemente. Ella era una buena chica, todo el mundo lo sabía.