domingo, 30 de noviembre de 2008

Tras Una Noche Ajetreada

-Perdona, ¿tienes un cigarro?

-No, no fumo.

-Bueno tio, tranquilo, que no te voy a hacer nada, ¿cómo te llamas?

-Perdona, tengo prisa. - El joven aligeró el paso. A esas horas de la noche, pocas personas se paran a preguntarte cómo te llamas simplemente por hacerse las simpáticas. De hecno, pensó, ni a esas horas ni a ningunas.

-Oye, tranquilo, no corras... ¿No tendrás un par de euros o algo así?

El joven se detuvo y se giró. Aquél individuo estaba parado a unos metros de distancia, con los brazos abiertos. No se movía, aunque en su cara se dibujaba una extraña sonrisa. Agarró fuerte la guitarra que llevaba consigo.

-Oye, suelta esa guitarra no vaya a ser que nos hagamos daño, ¿no?

El jovén vaciló, y cruzó la calle, mirándo en todas las direcciones. Hacia un buen rato que no pasaba nadie por allí. Ni coches, ni personas, ni nadie.

-¡Te dije que cruzaría!- La voz sonó a su derecha. Un tipo raro salía de un callejón y miraba al joven con cierta arrogancia, navaja en mano.

-Chico, deja esa guitarra, no puedes hacer nada contra dos de nosotros y nuestra navaja.- le dijo.

El joven agarró con más fuerza la guitarra. Miró a los dos tipos, cada uno en un lateral de la calle. Pensó, calculó y se dio cuenta de que no tenía escapatoria. Cogiendo bien la guitarra, cerró los ojos y la blandió.
El ruido del escaparate destrozéndose tras él se vio tapado por la sirena de alarma que comenzó a sonar. Los dos individuos se miraron, y salieron corriendo.

El joven se quedó un momento quieto, contemplando la escena. Después, y sintinedo una gran ansiedad, echó a correr.

A smoking gun in hand,
now don't you realize what you've done
...

viernes, 21 de noviembre de 2008

Fluido

El hombre del sombrero negro estaba allí otra vez. Tras él, la dama me miraba, y parecía sonreir.
El hombre me agarró y me subió a los cielos. Allí me soltó y sentí fuerte el aire en mi cara. Sonreí, pues sabía que no podía morir, pese a todo.
Supongo que él lo supo, pues me agarró con fuerza del brazo.
En un momento estaba mirando al suelo, al siguiente estaba debajo.
Me bajó a lo más profundo, debajo incluso del fuego, y bajo la atenta mirada de la dama, me encerró, en el silencio, para que no despertara


Cada noche me invento... Todavía me emborracho.... Tan joven y tan viejo....