lunes, 8 de diciembre de 2008
Te dibujo, al fin y al cabo
Cuando todo esté dicho
bajarán los buitres, volando en círculos,
para debatir, de forma educada,
un reparto equitativo y justo,
de nuestras miserias olvidadas.
Será el momento de desvelar
si realmente era cierto
que no había nada que perder,
pues nada hubo en un principio
y sobre ella,
todo se construyó.
Mientras tanto,
corren despacio los vientos,
y dejan caer, o pierden,
pequeños trozos de cristal,
para guiar a los más extraños.
La fragilidad de la palabra fue tal,
que extayó sin pronunciarse,
pero hirió mucho más,
en su silencio
Lo dijeron todos, lo gritaron,
lo anunciaron durante días,
y a pesar de ello, se fugaron,
y dejaron, atada a un recuerdo,
una bola de papel,
con sus sueños garabteados
sábado, 6 de diciembre de 2008
Más fluido, pero sin apenas materia.
-Estás muerto.
Se lo susurré minetras le acariciaba levemente el costado con el dedo índice.
Él se sorprendió, se giró bruscamente y me miró a los ojos.
-¿Tú?
-Si. Lo siento.
-Pero.. si me dijeron que tú...
Sus palabras se cortaron cuando la puerta del ascensor se abrió. Una mujer mayor y un hombre más mayor incluso entraron. Los dos les hicimos hueco delante.
-¿Subís?- preguntaron.
-Si.
Durante 11 plantas, sólo se escuchó la conversación insustancial del matrimonio, hasta que de nuevo se abrió la puerta del ascensor y ellos se bajaron.
-¿Y bien?.- pregunté
Él me miro, extrañado.
- ¿Bien qué?
-¿Quién es el siguiente?
Él sonrió.
-Es ella.
-¿Ella?- repetí - Vaya... qué interesante... eso quiere decir que el círculo se cierra...
-Pues si, quién lo habría imaginado...
-En fin, ¿has traido tu las cartas?
-Si, y los garbanzos. Ya llegamos, espero que no lleven mucho tiempo esperándonos.
El ascensor se abrió, en la última planta, y ambos salimos sonriendo. La partida iba a empezar.
Se lo susurré minetras le acariciaba levemente el costado con el dedo índice.
Él se sorprendió, se giró bruscamente y me miró a los ojos.
-¿Tú?
-Si. Lo siento.
-Pero.. si me dijeron que tú...
Sus palabras se cortaron cuando la puerta del ascensor se abrió. Una mujer mayor y un hombre más mayor incluso entraron. Los dos les hicimos hueco delante.
-¿Subís?- preguntaron.
-Si.
Durante 11 plantas, sólo se escuchó la conversación insustancial del matrimonio, hasta que de nuevo se abrió la puerta del ascensor y ellos se bajaron.
-¿Y bien?.- pregunté
Él me miro, extrañado.
- ¿Bien qué?
-¿Quién es el siguiente?
Él sonrió.
-Es ella.
-¿Ella?- repetí - Vaya... qué interesante... eso quiere decir que el círculo se cierra...
-Pues si, quién lo habría imaginado...
-En fin, ¿has traido tu las cartas?
-Si, y los garbanzos. Ya llegamos, espero que no lleven mucho tiempo esperándonos.
El ascensor se abrió, en la última planta, y ambos salimos sonriendo. La partida iba a empezar.
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