-Perdona, ¿tienes un cigarro?
-No, no fumo.
-Bueno tio, tranquilo, que no te voy a hacer nada, ¿cómo te llamas?
-Perdona, tengo prisa. - El joven aligeró el paso. A esas horas de la noche, pocas personas se paran a preguntarte cómo te llamas simplemente por hacerse las simpáticas. De hecno, pensó, ni a esas horas ni a ningunas.
-Oye, tranquilo, no corras... ¿No tendrás un par de euros o algo así?
El joven se detuvo y se giró. Aquél individuo estaba parado a unos metros de distancia, con los brazos abiertos. No se movía, aunque en su cara se dibujaba una extraña sonrisa. Agarró fuerte la guitarra que llevaba consigo.
-Oye, suelta esa guitarra no vaya a ser que nos hagamos daño, ¿no?
El jovén vaciló, y cruzó la calle, mirándo en todas las direcciones. Hacia un buen rato que no pasaba nadie por allí. Ni coches, ni personas, ni nadie.
-¡Te dije que cruzaría!- La voz sonó a su derecha. Un tipo raro salía de un callejón y miraba al joven con cierta arrogancia, navaja en mano.
-Chico, deja esa guitarra, no puedes hacer nada contra dos de nosotros y nuestra navaja.- le dijo.
El joven agarró con más fuerza la guitarra. Miró a los dos tipos, cada uno en un lateral de la calle. Pensó, calculó y se dio cuenta de que no tenía escapatoria. Cogiendo bien la guitarra, cerró los ojos y la blandió.
El ruido del escaparate destrozéndose tras él se vio tapado por la sirena de alarma que comenzó a sonar. Los dos individuos se miraron, y salieron corriendo.
El joven se quedó un momento quieto, contemplando la escena. Después, y sintinedo una gran ansiedad, echó a correr.
A smoking gun in hand,
now don't you realize what you've done...
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