sábado, 10 de enero de 2009

Comenzando la no-rutina


Hoy he vuelto a despertar inclinado. Por una pequeña fracción de segundo, el suelo parecía la pared, la pared el techo, y el techo el suelo. Ha sido suficiente para hacerme agarrar el colchón como si mi vida fuera en ello. Luego, la sensación se ha desvanecido, y me he incorporado. Como ayer, me ha sido imposible evitar la tiniebla. A contraluz, he tratado de descubrir lo que horas antes hubiera visto. Una mezcla de recuerdos, descubrimientos e imaginaciones danzando a mi alrededor. “El agua no es igual sin luz”, he pensado. Parecía menos limpia, menos real.

En cambio, ha sido el frío, consecuencia de la falta de luz, lo que me ha recordado que no tenía toda la mañana para estar dándole vueltas a la cabeza. Por más que me haya abrigado, el tramo desde la puerta de cristal hasta el pequeño punto caliente común para todos, me ha resultado helador. Y es allí donde mi vida, por medio de una conversación tan insulsa que podría haberse obviado en cualquier otro momento, ha cobrado realidad, y se ha olvidado, un despertar más, de los extraños seres que me persiguen en el sueño.


“A propósito del sueño, esa siniestra aventura de todas nuestras noches, debemos decir que los hombres se van a la cama diariamente con una audacia que sería incomprensible si no supiéramos que es el resultado de la ignorancia del peligro.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Simplemente, me encanta.

Gracias por compartir con nosotros los pequeños detalles de tu día a día, así podemos disfrutar leyendote.