El gladiador vaciló. Aquel ser que se erguía frente a él era más alto y parecía más fuerte de lo que le habían comentado. Apretó fuerte su espada y se colocó en posición. Iba a esperar a que su contrincante diera el primer paso.
La bestia rugió, extendió la mano, y una bola de fuego azulado brotó de entre sus dedos. Con un movimiento brusco, arrojó la bola hacia el pequeño hombrecillo que osaba plantarle cara.
El gladiador se cubrió como pudo. Sabía que algo así podría ocrrirle, y venía preparado. Había recubierto su cuerpo con una pomada fría que le protegía contra el fuego. Tras esto, se lanzó al ataque.
Dos horas después, el gladiador, cansado, seguía luchando. La bestia parecía no cansarse nunca. A su lado, el joven luchador observó como algunos de sus compañeros iban cayendo. Algunos incinerados, otros magullados, otros ahogados... La visión de su alrededor era un espanto. Y al volver a fijarse en su contrincante, apenas un segundo después, se vio rodeado de una corriente de aire húmedo que le envolvía por completo. El vapor formaba burbujas en su piel, que crecían a medida que más vapor se unía a ellas, y poco a poco se fue viendo inmerso en una gran burbuja de agua.
Desde el palco, la el público, al igual que el gladiador, contuvo la respiración.
Sin fe,
que triste un final sin fe...
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1 comentario:
Pedazo de examen!
Bueno será de irme a estudiar y dejar de aburrirme!ciao.
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