En el ambiente se podía percibir de todo. Odio, frustración, angustia, prisa, rabia, estrés...
Pero aquél personaje que andaba tranquilamente perdido, se nos acercó y alzó la voz.
-¿Cuál es el santo de las zapatillas?
Por un momento el ambiente se congeló. Todos callados, aguardando la respuesta, o más bien preguntándonos de dónde había salido semejante persona.
-San Dalias.
Y el caos regresó.
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Al alba caminaba solitario entre castillos y fosas inexpugnables.
divisé en la lejanía un palacio donde habitaba una dulce reina que luchaba por los intereses de sus humildes súbditos.
estos se acercaban esperanzados hacia sus aposentos con la esperanza de recibir el alimento indispensable que el malvado eliano les habia arrebatado.
me abrí paso entre las masas y pude apreciar su rostro cansado por tanto esfuerzo realizado las últimas semanas para compensar al vil maese.
seguí caminando,y descendí por una ladera donde discutian el resto de compañeros de andanzas.
apesadumbrados se sentaban en unas pequeñas rocas cansados de ser azotados injustamente con labores desmesuradas.
Entonces,pensé en alegrarles como si de un juglar se tratase.
les anime en su búsqueda para adentrarme entonces en el bosque encantado donde numerosos brujos practicaban sus artes oscuras creando de la nada hilos infinitos y mucosidades semejantes a babas de dragón.
De repente,sentí una pequeña daga penetrar en mi espalda,
había sido atacado por una antiquísima especie,ya olvidada incluso en los cuentos, que me pedia batalla .
pero la vi tan deseosa de ganarla y me sentía tan desinteresado por seguir su treta que pedí ayuda para sanar la hendidura causada y observé el arco iris que me esperaba unos pasos mas hacia delante.
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