martes, 20 de noviembre de 2007

Apuesta por el 71, Rojo.

Lo primero que vi de él, exprimiendo mi cara para que mis ojos me dieran algo de visión, fue una mano saludando por encima de las cabezas de la gente que esperaba al autobús. Lo cual significaba que él ya me había visto a mi antes, y no podría escaquearme. El día ya iba bastante mal, y aquél encuentro no iba a mejorarlo precisamente. Sabía la pregunta que me iba a hacer, una pregunta para la que no tengo respuesta, una pregunta que llevo evitando meses y meses ya.

Me acerqué a él y me metí de lleno en la trampa que aquella pequeña parada de bus suponía. Hablé yo primero, adelantándome a cualquier cosa que pudiera decir, y le disparé varias preguntas a quemarropa.

-¿Qué tal? ¿Cómo lo llevas? ¿Hace frío, no?

La cuestión era mantenerle ocupado, hablando de nada.
Pero no duró mucho aquella prolongación de lo inevitable.

-¿Cuál vas a coger?.- Me acuchilló.

Ya está. Tenía que elegir el número con el que sentenciarme. Una vez supiera mi autobús, no tendría escapatoria.

Pero los planetas se aliniaron, el cielo se iluminó, el tiempo se detuvo y las ranas criaron pelo. Y entre todas aquellas cosas, un verdoso 71 destelló sobre la cabeza de un conductor medio calvo.

-Justo ese, el 71.

-Ah, bueno, esque te iba a preguntar que...

Pero yo ya estaba alejándome y sacudiendo la mano en señal de adiós, mientras le gritaba un "¡Ya hablaremos!".

Corrí sonriente hacia el autobús. Solo me faltaba perderlo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

que rara esta la sal..
por cierto, has visto al perro verde rosa de la esquina?