
Cuando llegó el día de elegir, ellos ya habían elegido. Todos lo sabíamos, y a ninguno nos sorprendió. Mientras el resto valorábamos distintas opciones y removíamos cielo y tierra en busca de algo que nos orientara, ellos se limitaban a caminar por el mismo camino que emprendieran años atrás. Lo que para algunos fue un gran salto de cabeza en un pozo de interrogantes, para ellos sólo fue un paso más.
Por eso me impresiona tanto que los caminos se tuerzan formando ángulos que no caben en una circunferencia. El hilo que había que seguir se envuelve en un solenoide de dudas divergentes, y las ramificaciones son infinitas. El destino, el azar, la providencia, o un repentino enamoramiento, son suficientes para poner en equilibrio los cimientos de una decisión meditada. Y las puertas que se cierran son pocas frente a las que se abren, aunque nunca en la misma dirección.
Ánimo a los dos, no me queda mas que desearos la mayor de las suertes. Como decían hace años, Ni ganar ni perder, lo que embruja es el riesgo.
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