lunes, 25 de febrero de 2008

Uno (1)

Cuando se despertó, sintió lo mismo que sentía cada mañana. Se levantó, y no se sorprendió al encontrarse con la misma cara que, el día anterior, le había devuelto un escupitajo de pasta de dientes desde detrás del espejo. Después de todo, pensó, no era tan trascendental cumplir veinte años. Y mucho menos en su situación.

Sabía que era su cumpleaños, aunque no supiese donde estaba. En la pequeña sala que, desde hacía un mes y medio, venía siendo su hogar, había reservado un poco de pared para marcar los días que pasaban. Aquello le daba un aire de celda de mala muerte al lugar, y no era lo único.
Aunque el moderno mobiliario y la completa iluminación tratasen de disimularlo, sabía que estaba encerrado. Era difícil camuflar los barrotes del ventanuco que había sobre la mesa, pese a estar pintados de un azul cielo de fantasía. Los cerrojos de la puerta, aunque pequeños, chasqueaban como látigos noche tras noche cuando volvía a la habitación. Y las paredes, adornadas con estanterías repletas de libros y plantas, traicionaban un sonido metálico cuando las golpeaba con la silla de madera.

No recordaba muy bien como había acabado allí metido. En su cabeza tenía imágenes de un accidente de coche, acompañadas por una música de fondo de gritos y llantos incesantes. Recordaba gente corriendo, y algo grande tambaleándose, posiblemente un autobús o un camión. Y oscuridad. Sobretodo recordaba oscuridad. Recordaba muchos más sonidos que imágenes. Sonidos de motores, de gente hablando en idiomas raros, sonidos de golpes, y algo que parecía un petardo muy fuerte o un disparo. Aunque no estaba seguro, pues no sonó como los disparos que se oían en las películas.

Se duchó y se aseó en el cuartito de baño que había dentro de la misma habitación. Estrenó las cosas de aseo que había sobre el lavabo, al igual que la toalla que colgaba de la pared y el jabón de la ducha. Sospechaba que alguien le renovaba todas y cada una de las cosas que utilizaba a diario, mientras él estaba ausente durante el día. Abrió el armario y se puso las únicas cosas que había en su interior. Esta vez vestiría una camiseta azul y unos pantalones grises. Pensó que no estaba mal para ser su cumpleaños.
Cogió el bolígrafo que había junto al pequeño bloc de notas sobre la mesa y se acercó al rincón donde marcaba los días. Esta vez, sobre la rayita vertical, dibujó un dos y un cero. Luego, se sentó a esperar.



Muchas gracias. Estas cosas son las que no se olvidan.

4 comentarios:

kaprojo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
kaprojo dijo...

Y gracias también a Sandra por su entrada, y por su uso de la metáfora "encubriendo" ciertos aspectos....

http://www.fotolog.com/mosus_88
(no salimos tan mal nO?,después de aquella noche de personalidades...)

Juan dijo...

EEyyyy, espero que te llegara el mensaje a la hora, a las 23:57 del dia 24, me imagino que fui la ultima persona en felicitarte, pero bueno tengo excusa... soy yo :-)

-Cuando bajaras para Altea?
-De que sabor es la tarta?
-Se podra repetir o es un trozo para cada uno?

Bueno cuidate y cuidado con los petardos que ya se escuchan

Anónimo dijo...

me ha gustado el ultimo add pero queremos la continuacion de éste...
hay q hacerte un club de fans xa q no estes en huelga?
lo tienes claro.....

"the dream is coming true"