Los daños colaterales nunca pueden prevenirse. Sin embargo, hay momentos en los que, de alguna manera, podemos llegar a alegrarnos de que ciertas casualidades se alineen de forma impredecible para dar, como reultado, una buena carcajada.
Seguramente, observados desde una persepectiva exterior, los hechos en si pueden no parecer tan graciosos. Pero desde el punto de vista del que planifica, prepara y ejecuta la acción (con su correspondiente parte de interpretación frente a situaciones adversas), el resultado es de lo más gratificante.
Quizás por eso los siguientes sucesos vienen acompañados de una pequeña decepción, una sombra de comparación alrededor. De ahí que a partir de ahora, si queremos obtener ese mismo sentimiento de orgullo al realizar un trabajo bien hecho, debamos mejorar la táctica empleada, o experimentar con cosas nuevas.
El resultado está en camino, pero el servicio deja un poco que desear.
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