miércoles, 23 de abril de 2008

La mujer de la parada.

Cada día, al amanecer, une mujer joven se acerca al banco de la parada del tranvía y se sienta con las piernas juntas. Permanece sentada mientras el sol se eleva por los edificios y le alumbra dede la frenete hasta los pies. Inmóvil, ve pasar al tranvía una y otra vez, cada mañana. La gente se sienta a su lado, pero nadie tiene el tiempo o las ganas suficientes como para saludarla, y mucho menos preguntarle qué hace ahí. Simplemente, la mira, y algunos incluso fantasean sobre los motivos que la impulsan a repetir la espera cada mañana. Luego, ella se levanta, cruza las vías y se pierde por la calle que hay tras la comisaría.


Hay quien dice que espera a un hombre, un hombre que la enamoró y que le prometió volver un día, en tranvía. Otros dicen que aguarda a un hijo que tuvo que entregar cuando era un bebé, y que cada día va a ver cómo baja del tranvía para ir a la escuela que hay al otro lado del río. Algunos aseguran que es una mente privilegiada que aguarda un suceso catastrófico que sucedera pronto, a esa hora, en la parada.


Pero nada de ello es cierto, mas que el hecho de que ella se sienta en el banco de la estación cada mañana.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Extraña mujer, aunque algún motivo misterio habra tras sus ratos en la parada del tranvia.

Miguel la sangria que me has echado a acabado toda empapada en el sujetador que de blanco a pasado a un color más granate!!